lunes, 1 de diciembre de 2008

Lograr entender que la vida no tiene ningún sentido no es nada gracioso. Sin embargo, aún puede que queden atardeceres por ver, olas que oír, canciones que bailar.
Y viento, mucho viento.

Puede que la vida no tenga sentido, que un poema nos destroce el corazón, que las lágrimas, de tanto caer, ya no caigan.
Pero también puede que hayan cosas que esperar.
Yo, particularmente, no espero nada.
Y ha de ser porque ya me cansé de esperar, de oír, de ver pasar, de caminar. Me conformo con el estante meticulosamente acomodado y los exámenes aprobados. Con la sonrisa que se me dibujó la noche del sábado en el rostro cuando el mar me dijo que todo andaría bien, que todo pasaría, que me deje de castigar por cosas que ya pasaron.

Si tuviera la oportunidad de reparar todo lo arruinado (porque yo soy lo opuesto al rey Midas), tal vez no lo haría. Todo tiene que acabar para que algo nuevo venga.

Y me quedo con eso último. (La frase célebre de Ánika)


(y nada de poemas de reinaldo arenas)

4 comentarios:

  1. ya, ya, mentira, mentira, aunque estaba pensando darte tu regalo de navidad pintado de fucsia y negro

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  2. pero cuando vayamos a Andahuaylas y te muestre lo que son los atardeceres y los amaneceres y las estrellas y las nubes, no me odiarás tanto.

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  3. Narración lineal... como esa puerta horizontal y multicolor.
    =D

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