lunes, 11 de agosto de 2008

Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada,
lo cual es cierto.
–A. Pizarnik-

Hoy todo ha transcurrido terriblemente normal. Mi desorden no solo se manifiesta en mis escritos, sino también el ambiente que me rodea. Claro ejemplo de lo ya enunciado es lo desordenado que estaba mi cuarto. Hasta hoy, claro. Aunque gran cosa no pude hacer con el, hice lo que pude, algo es algo. Peor es nada. Peor es no leer por flojera cuando se estudia literatura. Peor es no tener a nadie a quien cuidar. O, aun peor es no encontrar pan al levantarse. No sé. Claro, no soy yo si no digo ese “no sé”.
No soy yo hace meses. No pertenezco a ningún lugar. Los días pasan sobre mí, sin poder yo evitarlo, o sin querer ya evitarlo. Mis confusiones son las mismas siempre, mis cartas viejas siguen ahí. Y mis poemas horribles siguen metidos en algún cajón. Claro, los de aquella época eran todos horribles. Un espanto. Me sentiría avergonzada si alguien los descubriera. Seria terrible. Ni muerta –ojo, ni muerta- lo permitiré, a menos que pasen por una reconstrucción exhaustiva. Ese seria el único modo.
No tengo ganas de leer, ni de ser yo. A veces todo esto de la literatura cansa, aburre. Se hace insoportable. A veces creo que todo esto solo me hará sufrir. Espero que me quede algo por hacer aun, ya no quiero esta incertidumbre, ya no más este ser o no ser, este hombre-mujer, mujer-hombre. Ojala todo se aclare con el tiempo, sin necesidad de cercenar alguna parte de mí, o de mi cuerpo.

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